El pasado día 25 de enero, junto con la psicooncóloga Eva Juan en el espacio YesOuiSi dirigido por Miriam Subirana, tuvimos una conversación sobre como positivar las emociones negativas.
Entre muchos de los temas conversados entre los asistentes apareció la vulnerabilidad.
La vulnerabilidad como la sensación de poder ser dañado o herido, de sentir los límites, de vivir nuestra fragilidad.
Compartimos en la conversación experiencias personales en que un hecho vital (accidente, enfermedad, pérdida…) nos hacia encontrarnos con la vulnerabilidad y que con ella íbamos aprendiendo a descubrir nuestra fuerza.
Como el reverso de una misma existencia, somos las dos cosas fuertes y vulnerables, y sin atrevernos a descubrir nuestra fragilidad, nuestras fortalezas no se expresan en todo su potencial.
La tristeza como una de las emociones en que puede balancearse la vulnerabilidad, puede ser el tiempo de inacción necesario para tomar una decisión, cambiar una creencia que nos ha sostenido o modificar una forma de vivir y convivir que nos entristece.
Al día siguiente de este espacio de conversación, una persona que estuvo participando, nos mandó este poema que comparto, donde muestra la fuerza de la vulnerabilidad.
Gracias Alexandra.
Cuando todo parece caerse,
cuando el cansancio te agota aún más de lo que creías posible,
cuando nada parece lo que creías que era,
cuando la tristeza asoma por la ventana de tus ojos
sin que puedas esconderla,
la vulnerabilidad llega y te abraza
y también es ella la que te dice
«aquí sigues conmigo
como de costumbre
aprendiendo de mi,
andando camino
y sabiendo que soy
mi mismo reverso,
aquello que labras a través de mi,
la confianza.
No hace falta que huyas de mi
acompáñame amablemente
y podrás ver que la tierra
que sientes perder bajo tus pies
no es más que un camino que sigue
por nuevas sendas
y un camino donde conocer
nuevos colores de mi reverso»
Alexandra Farbiarz Mas
La fuerza de la vulnerabilidad… poema directo, sútil, útil, adecuado y hermoso. Gracias por compartirlo.
M’agrada la frase:
«La tristeza… Puede ser el tiempo de inacción necesario para tomar una decisión»
Gracias a ti Joan. Un saludo afectuoso.
A mayor reconocimiento de la propia vulnerabilidad, mayor capacidad para confiar. Soy vulnerable, ergo necesito que me quieras, que me ayudes, que me escuches, que me acompañes.
Gracias por compartir vuestra sabiduria.
Joan, un saludo desde el lejano Chile que te espera. La verdad que sigo mucho tus reflexiones. Están llenas de experiencia y de sabiduría. Tienes don para orientar. Yo también ando con mucha llamada para ahondar en la comprensión de nuestro proceder humano.A hora, en estos días mi reflexión ha ido mucho por la realidad de la inclusión. Pertenezco institucionalmente a una comunidad que excluye y celebra la exclusión desde una afirmación fuerte de su identidad. Con todo últimamente al tema me gusta ponerles nombre y hablar de excluidos y de excluidores o excluyentes. Hay excluidores conscientes y otros inconscientes pero que con su proceder excluyen. Yo si evoco parte de mi pasado veo que fue formado en clave de exclusión y sin embargo soy conscientes que en este momento la clave cultural más fuerte es el encuentro, la inclusión. No voy más lejos, Joan, solo compartirte una inquietud de caracter global y de carácter local, de carácter personal y de carácter institucional. Una educación para la inclusión es de muchas consecuencias. No sigo, y sí te animo a continuar tocando el corazón de lo humano y llenarlo de vida. José María
José Maria Arnaiz, gracias por tu comentario. Así es!, la inclusión es la posición que nos puede permitir reconocer al otro y al hacerlo reconocernos a nosotros mismos. Estar alerta de nuestras acciones y distinguir nuestras conductas “tolerantes” de nuestras acciones de inclusión es parte del camino para construir un entorno donde sentirse humano no nos produzca dolor y tristeza de la exclusión que generamos.En Un una ocasión oí al maestro Humberto Maturana una definición de tolerancia : “…la tolerancia es la venganza postergada…”, me hizo pensar en todo el camino que me quedaba por recorrer antes de ser coherente en mi día a día y que el tema no es tolerar sino incluir al otro, verlo, reconocerlo y hacerme responsable de lo que veo y siento delante de mis actos y de mi realidad de exclusión.